Hemos dormido mucho bien, como dirían en la Ribera. Por delante sólo unas pocas horas. A por ellas! La Playa de Santa Mónica nos espera. Pedazo de playa. Pero qué os vamos a contar. Cualquiera que alguna vez en la vida haya visto Los Vigilantes de la Playa ya se hace una idea de cómo es. Las casetas de los vigilantes son igualito igualito a como las hemos visto en todos esos capítulos, y los cuerpazos de Pamela y de Mitch Buchannon pues igualitos igualitos a los nuestros, je, je.
Pero lo más para flipar ha sido ver a delfines nadando a pocos metros de la playa. Pero a pocos, pocos. ¿Qué tendrán estos animales que tan buen rollito despiertan? Ha sido una dulce despedida.
Al rato nos hemos acercado al Pier, con su noria y demás atracciones. Y os acordáis de la típica maquinita de la película "Big"? Pues esa también está. Cuidadín con lo que se desea, no se vaya a cumplir! También se encuentra el cartel que indica el final de la Ruta 66...qué recurdos!
En Venice se respira otro ambiente diferente al de ayer por la tarde noche. Ahora todo bulle y hay un montón de gente disfrutando de este día tan rico.
Si alguna vez venís por aquí, una buena opción es alquilar una bici y recorrer el paseo en ella porque hay un carril perfecto para ello. No os perdáis las pistas de baloncesto y de skate. A typical!
Y con esta agradable sensación, tomamos rumbo al aereopuerto. Nuestro vuelo sale a las 20:00h hora local y como a la ida, conviene estar tres horas antes. Esta vez no ha habido tanta suerte. Lo que no ha conseguido separar el viaje, lo ha hecho la compañía aérea: los Silanes Pascual para la fila 31 y los Leatxe Izco a la 29. En medio dos niños pequeños en un avión durante once horas. Os lo podéis imaginar. Pero así es la vida. Todos/as hemos sido niños, no lo podemos olvidar.
Mañana, último capítulo de este nuestro gran viaje. Todo llega, y todo acaba, y lo importante es llegar.
Salud y un buen chapuzón.
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