Día 9: Anillo de cenotes y ruta conventos: Maní

Después de desayunar, nos ponemos de nuevo en ruta. Son tantas las cosas que queremos ver, sentir, experimentar y tan pocos los días, que echamos en falta la calma. Nos sentimos cual estrellas de rock siempre en ruta y con la maleta preparada. Pero felices y con la sonrisa puesta.

De camino a nuestro siguiente destino, buscamos otro cenote. Los hay a mil y elegir no es tan fácil como decir: “a éste, ése o a aquel”. Hay una labor de investigación previa que admiramos y apreciamos por igual. Y a veces pasa que San Google Maps nos lleva por unos caminos... divertidos. Pero eso no es nada, que para darle más emoción si un lugareño nos dice que el camino está cerrado y que ya no se puede pasar, pues no le hacemos caso y ya está. Para qué. Y efectivamente está cerrado y no se puede pasar. En nuestra defensa argumentaremos que otro chico en moto nos dio el ok que necesitábamos para no tener que dar la vuelta en un camino llenito todo él de piedras, rocas, ramas y hojas y bellas mariposas.

Resulta que el camino transcurre por una finca privada y el señor se ha cansado y cerrado el paso a nuestro cenote. Ahora bien, si le colaboras, te deja aparcar cerca para que puedas pasar andando entregando la voluntad.

Éste está profundo, con aguas más cristalinas y unos saltos más altos. Deciros que ha habido que poner límite a las ansias de aventura de los menores de edad. Y de nuevo solos. Trocitos de paraíso mexicano que la vida nos regala.

Se nos ha echado el tiempo encima y llegamos a esa hora que ni pronto ni tarde y encontrar un sitio donde nos den de comer ha sido misión fallida. Pero tampoco se nos cae el mundo encima. Casi nada es un problema si lo miras con perspectiva así que un poco de pan, mayonesa y atún comprados en una tienda de “abarrotes” se nos antoja manjar en el banco de un parque de un pueblo de la Península de Yucatán.

A media tarde nos vamos a Maní. Es un pueblo chiquito y tranquilo donde parece que nos hemos colado en su vivir diario porque hasta aquí no parecen llegar demasiados ni demasiadas turistas. Pero nos miran con tranquilidad, como si nuestra presencia no fuera extraordinaria, y lo que es mejor, cómo si les molestáramos nada. Hoy tienen día de clausura. Las criaturas terminan la escuela y hay celebración: actuación, discursos y visten mejores galas.

Mexico no nos parece barato. Tampoco especialmente caro pero nuestros dinerillos nos está costando. Pero hoy sí, cenamos bueno, bonito y barato. Estas pizzas y la hamburguesa de a dos euros están bien sabrosas y nos dejan muy buen sabor de boca.

Saludos y muchos spardus